miércoles, 29 de octubre de 2008

Día 5. Recordando mi niñez

Querido diario:

Hoy me he despertado pensando en qué podía escribir en estas páginas, a las que estoy muy enganchado. Y he decidido contar algunas cosas sobre mi infancia, porque llevo unos días escribiendo y todavía no conoces nada sobre ella. En otra ocasión, ya hablaré de otros temas importantes de mi vida, como el día en el que conocí a Sonso, ¡ay, qué flechazo a primera vista!

Nací en Valladolid, el 4 de agosto de 1960 a las 10.47 de la mañana. Mis padres estaban allí pasando unos días con unos amigos y les di la sorpresa unas semanas antes de lo esperado. Todo salió bien. Quién le iba a decir a mi madre que aquel niño que tenía entre sus brazos sería presidente del gobierno... Cuando salimos del hospital fuimos a nuestra casa en León, donde crecí y pasé toda mi niñez. Aunque mis mejores recuerdos los tengo en un pueblecito de Asturias llamado Luanco, donde vivían mis abuelos paternos y veraneaba todos los años. Allí hice mis primeros amigos, esos que ves en muy pocas ocasiones, pero que son los que más llegas a querer y a echar de menos.

Como es un pueblo pequeño todos nos conocíamos y nada más levantarnos salíamos a llamarnos uno por uno. Yo me iba con mi hermano Juan que es cuatro años mayor que yo, y así mi madre se quedaba más tranquila. Aunque como suele pasar, cuando llegó a la edad del pavo se cansó de mí y reñía a menudo con ella porque no quería llevarme con sus colegas. Pero, hasta que eso pasó nos llevábamos muy bien y pasábamos todo el día juntos jugando, sólo entrábamos a casa para comer, cenar y sobre todo lo que más nos gustaba: merendar un vaso de leche que nos preparaba la yaya, acompañados de unas cuantas marañuelas, el dulce típico del pueblo.
Allí también he hecho lo típico que hacen los jóvenes hoy en día, salir a las verbenas y hacer botellón. Por eso, soy comprensible con ellos e intento ponerme de su parte cuando hay algún que otro problemilla. Aunque no es fácil, porque tengo que hacerme respetar y cumplir con mi deber como presi.

Una última cosa que destacaría de mi infancia y de Luanco es cuando me iba a pescar con mi padre. Lo que llevaba peor era lo de madrugar, pero bueno poco a poco me acostumbré y me fue gustando más y más. Hoy en día es una de mis mayores aficiones y la practico siempre que mi cargo me lo permite. Me llevo a las niñas conmigo haber si logro que también les guste, pero no sé si lo conseguiré. Otro día hablare de ellas.
Pues nada, que he cambiado mucho desde que era un niño, aunque el "barbitas" más que yo. Era mucho más guapo que él ¿no? Mírame que mono...



Peso: 79 kg.

Nivel de talante: 60%

Nivel de depresión: 54%

Cantidad de insultos recibidos: 290.301

P.D.: Y volvió a ganar el Barça...

2 comentarios:

Saturnino Domínguez dijo...

Ay la niñez!!que recuerdos tan maravillosos me trae de mi estimada Extremadura.
En mi época no se llevaba eso del botellón,aunque también eramos aficionados a empinar el codo de vez en cuando con el porrón de vino.
Gracias por mostrarnos su lados más humano presidente.

Un cordial saludo,
Saturnino

hand in glove y garbageman dijo...

De verdad se corresponden las fotos? perdona presidente, pero no se cual de los dos da más miedo, si el niño de El internado vestido de tuno, o la versión infantil de la madrastra de Rebeca. Desde luego, hay veces que no vale la pena recuperar la memoria histórica.