Día 18. El gran amor de mi vida

Querido diario:

Anoche tuve una pequeña discusión con Sonso. Fue por culpa de mi trabajo. Ella suele apoyarme siempre, pero de vez en cuando le entra el bajón porque no estoy con ella como antes de ser presidente del gobierno. Nos acostamos enfadados y hoy al despertarme y verla junto a mí en la cama he recordado cuando la conocí y cuando empezamos a salir, hasta que empezó nuestra relación. Así que hoy hablaré de ello.

La vi por primera vez en el vestíbulo de la Universidad de Derecho de León, donde ambos estudiábamos. Sonso nació y vivió unos años en Ávila, pero después se vino a vivir a León. Por entonces, ella estaba en segundo curso; yo tenía veinte añitos y ya estaba muy comprometido con la política. La vi y me enamoré a primera vista. ¡Todo un flechazo! Era una chica rubia con el pelo muy largo. Siempre me acordaré de la ropa que llevaba: unos vaqueros que le sentaban muy bien y un jersey oscuro. Siempre tendré ese momento guardado en mi memoria. Marcó toda mi vida.

Después, como suele pasar, siempre iba buscándola por los pasillos de la universidad y cuando la encontraba siempre la miraba sin que ella se diera cuenta. Sonso me confesó que también se había fijado en mí, pero que no tanto como yo. Simplemente, le parecía un chico muy guapo. Nunca me atreví a acercarme a ella, pero por casualidades de la vida un día nos encontramos fuera de la facultad. La verdad que el sitio no era muy romántico; fue en una manifestación de repulsa al intento de golpe de Estado de Tejero. ¡Ya veis que cosas! Yo iba con unos amigos y ella con una amiga. Fue entonces cuando me preguntó si estudiaba en la misma facultad y claro, la respuesta era evidente, pero eso nos dio pie a seguir hablando más y más durante la manifestación. Sobre todo, de política. Pero bueno ese día cambió mi vida. Me tengo que ir ya, así que otro día seguiré con la historia. Continuará...

Peso: 77 kg.
Nivel de Talante: 75%

Nivel de Depresión: 55%

Cantidad de insultos recibidos: 490.456

P. D.: Le he llevado a Sonso el desayuno a la cama y hemos hecho las paces.